Los conceptos del Bien y el Mal han sido a lo largo de la historia de la humanidad objeto de interpretación por parte de innumerables escritores, pensadores y filósofos de todo el mundo. Bien es cierto que algunos de ellos han desgranado su significado con más fortuna que otros, pero todos, al fin y al cabo, y desde mi humilde punto de vista y experiencia, cayeron en los mismos conceptos terrenales. Es por esto que, su significado es mucha de las veces malinterpretado debido al estado de conciencia de tercera dimensión.
Por un momento, os propongo que subáis físicamente a vuestra nave llamada conciencia y viajéis hasta la quinta dimensión y, de esa forma, para la siguiente lectura observéis a vista de pájaro nuestro planeta Tierra desde fuera de su atmósfera. Y por último, miréis a vuestro alrededor con los ojos de vuestra alma.
El Juego de Integración
Cuando la Conciencia Superior (Dios, la Fuente, etc.) decidió pensar en una idea, surgió de manera espontanea el Universo que nos acoge. Para que esta idea perdurara en el infinito, nacieron dos energías diferentes y contrapuestas, pero ambas con una importancia de existencia idéntica. Estas dos energías estaban diseñadas para que continuamente fuesen repelidas una de la otra, consiguiendo de esa manera multitud de mundos y diversidad de vida.
Justo la fricción que existía entres ellas, era lo que aportaba un eterno movimiento al universo, a la idea divina. Esta fricción, no solo era importante sino imprescindible para la vida misma que se generó en él. Puesto que de lo contrario, las pequeñas partículas en forma de alma (o conciencia) que la Fuente desmembró de su Ser para experimentar su propia creación por todo lo vasto del universo, jamás hubiesen podido compartir conjuntamente sus experiencias y, de esa manera, tener la oportunidad de poder ascender de nuevo a la Fuente. En consecuencia, ambas se respetaban y sabían la importancia de la existencia de la otra, siendo conscientes de sí mismas.
Los seres que se encuentran en niveles más altos en la escala evolutiva y, por consiguiente, de conciencia, toman consciencia de su divinidad. Desde ese momento, saben que cualquiera de las dos energías o polaridades forman parte del Uno, es decir, de la misma Fuente. De ahí, la famosa frase y algunas veces mal interpretada de: “Todos somos Uno”, incluidos el Bien y el Mal o, mejor dicho, y más acertadamente de manera universal, la Luz y Oscuridad. Sin ser una mejor que la otra o viceversa. Ambas, verdaderamente imprescindibles para el movimiento continúo del Universo.
Dicho esto, se explica el motivo de dicha dualidad. Pues la Fuente la diseñó de manera perfecta, de modo que, era de vital importancia mantener en todo momento el Juego de Integración de ambas polaridades. Solo aquellos con un nivel de conciencia mas evolucionado sabían de su real significado.
De la misma forma, sabemos que existen seres menos evolucionados que aunque no sepan su significado, viven en plena armonía. Tomándolo como un simple ejemplo: las cebras jamás odiarán a los leones por ser sus presas. O una lechuga no tendrá resentimientos hacia un conejo por ser devorada. Ninguno se siente mejor ser que el otro, son simplemente, formas de vidas con necesidades diferentes de existencia. Esto mismo pasa en todo el Universo.
Por un momento, os propongo que subáis físicamente a vuestra nave llamada conciencia y viajéis hasta la quinta dimensión y, de esa forma, para la siguiente lectura observéis a vista de pájaro nuestro planeta Tierra desde fuera de su atmósfera. Y por último, miréis a vuestro alrededor con los ojos de vuestra alma.
El Juego de Integración
Cuando la Conciencia Superior (Dios, la Fuente, etc.) decidió pensar en una idea, surgió de manera espontanea el Universo que nos acoge. Para que esta idea perdurara en el infinito, nacieron dos energías diferentes y contrapuestas, pero ambas con una importancia de existencia idéntica. Estas dos energías estaban diseñadas para que continuamente fuesen repelidas una de la otra, consiguiendo de esa manera multitud de mundos y diversidad de vida.
Justo la fricción que existía entres ellas, era lo que aportaba un eterno movimiento al universo, a la idea divina. Esta fricción, no solo era importante sino imprescindible para la vida misma que se generó en él. Puesto que de lo contrario, las pequeñas partículas en forma de alma (o conciencia) que la Fuente desmembró de su Ser para experimentar su propia creación por todo lo vasto del universo, jamás hubiesen podido compartir conjuntamente sus experiencias y, de esa manera, tener la oportunidad de poder ascender de nuevo a la Fuente. En consecuencia, ambas se respetaban y sabían la importancia de la existencia de la otra, siendo conscientes de sí mismas.
Los seres que se encuentran en niveles más altos en la escala evolutiva y, por consiguiente, de conciencia, toman consciencia de su divinidad. Desde ese momento, saben que cualquiera de las dos energías o polaridades forman parte del Uno, es decir, de la misma Fuente. De ahí, la famosa frase y algunas veces mal interpretada de: “Todos somos Uno”, incluidos el Bien y el Mal o, mejor dicho, y más acertadamente de manera universal, la Luz y Oscuridad. Sin ser una mejor que la otra o viceversa. Ambas, verdaderamente imprescindibles para el movimiento continúo del Universo.
Dicho esto, se explica el motivo de dicha dualidad. Pues la Fuente la diseñó de manera perfecta, de modo que, era de vital importancia mantener en todo momento el Juego de Integración de ambas polaridades. Solo aquellos con un nivel de conciencia mas evolucionado sabían de su real significado.
De la misma forma, sabemos que existen seres menos evolucionados que aunque no sepan su significado, viven en plena armonía. Tomándolo como un simple ejemplo: las cebras jamás odiarán a los leones por ser sus presas. O una lechuga no tendrá resentimientos hacia un conejo por ser devorada. Ninguno se siente mejor ser que el otro, son simplemente, formas de vidas con necesidades diferentes de existencia. Esto mismo pasa en todo el Universo.
Publicación compartida de Dulce de Miel, gracias
Un abrazo
Africa
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