miércoles, 5 de diciembre de 2012

ANAHATA "EL CHAKRA CORAZÓN"

"La vibración del amor"
 
 
 
En el centro de nuestro cuerpo, encontramos el equilibrio entre los tres chakras inferiores y los tres chakras superiores, ubicamos en el centro del corazón, el cuarto chakra. Su nombre es Anahata que significa sonido producido por el choque de dos elementos.
 
La forma del yantra es un hexagrama o estrella de seis puntas que simboliza el elemento aire y se desplaza en cuatro direcciones y también hacia arriba y hacia abajo; es el encuentro entre el agua y el fuego, entre la luz y las fuerzas de la noche, entre lo masculino y lo femenino, entre el dragón rojo y el dragón verde, que se interpenetran para equilibrarse.
 
Además la estrella está formada por dos triángulos que se superponen e intersecan. Uno tiene la punta hacia arriba, simbolizando a Shiva, el principio masculino. el otro triángulo tiene la punta hacia abajo y simboliza a Shakti, el principio femenino.
 
La estrella representa el equilibrio de energía que se realiza en el chakra del corazón entre los tres chakras que están arriba y los  tres que hay abajo. La estrella de este chakra está rodeada por un círculo con doce pétalos de loto color rojo bermellón. Estos pétalos se abren desde el círculo para representar el movimiento de la energía en doce direcciones. La energía fluye hacia y desde los pétalos con la inhalación y la exhalación, activando las doce modificaciones mentales.
 
Dentro de este yantra hay un loto adicional de ocho pétalos de color rojo luminoso, como el oro fundido. En su centro se encuentra un corazón que representa el corazón espiritual o etérico conocido con el nombre de Ananda Kanda que significa el espacio del éxtasis.
 
Este centro energético tiene una característica principal que le convierte en nuestro mayor aliado a la hora de gestionar tanto nuestra propia energía, como la energía que nos llega de nuestro entorno: capacidad transmutadora. Transmutar, es transformar las energías negativas en energía positiva. El chakra del corazón es capaz de transformar el odio en amor, la tristeza en alegría o el rencor en perdón. Cuando ocurre una situación en nuestra vida que no terminamos de comprender, de asimilar y ni siquiera gestionar, podemos ayudarnos con el cuarto chakra para encontrar el enfoque que lo convierta en algo sencillo y amoroso.
 
Si los tres primeros chakras son los que mueven nuestros instintos más primarios y los que no os diferencian en nada de un animal; y el quinto y sexto y séptimo chakras hacen que su sistema energético no nos diferencia en nada de un ángel, es el cuarto chakra es el que nos convierte en humanos.
 
Tras haber afirmado nuestra energía en el mundo, con este chakra empezamos a tomar conciencia de los demás. Pero para ello es necesario amarse a uno mismo, ya que una persona que no se ame y esté insatisfecha, no podrá amara a los demás e irradiar hacia ellos el respeto y la confianza que merecen.
 
Este centro energético nos hace experimentar la vida desde los sentimientos que nos genera cada momento que vivimos.
 
Nos ayuda a experimentar la compasión, el perdón y el amor de forma natural y encuentra esas cualidades en cualquier energía, en cualquier situación y en cualquier persona.
 
Todo lo que se realiza desde la conexión con el cuarto chakra, eleva nuestra vibración a un nivel de conciencia superior y por tanto nos ayuda a tomar perspectivas y comprender nuestras vivencias desde un lugar mucho más enriquecedor, mucho más sanador.
 
Aunque su ubicación natural es la zona del corazón, es interesante fijarnos en las zonas reflejas que tenemos situadas en el resto del cuerpo. Los muslos, nariz, la almohadilla del pie o los brazos son algunas de estas zonas que nos ayudarán a modular esta energía de amor incondicional y sanador.
 
Respecto a los brazos, son la prolongación natural del corazón y por eso las manos están tan relacionadas con la sanación. Las manos transmiten, si lo permitimos, la energía de amor y sanación que irradia nuestro corazón de forma automática. Cuando estamos conectados con la energía universal a través del séptimo chakra, potenciamos esa energía con la conexión con el amor incondicional a través de nuestras manos. Por eso, las sanaciones energéticas se suelen realizar a través de las manos, ya que son nuestros canales de irradiación de amor.
 
Al poner las manos a alguien con la intención de aliviar un dolor o sanarle, estamos despertando nuestra parte compasiva, nuestro amor incondicional hacia el prójimo, nuestra apertura a que el perdón y la liberación de la molestia que queremos aliviar es posible. Esa inocente intención es suficiente para activar este centro energético y despertar el amor dentro de nosotros.
 
Como es fácil adivinar, la energía del amor que trae el cuarto chakra tiene mucho que ver en todas nuestras relaciones afectivas, ya que es el encargado principal de registrar nuestros sentimientos. En ocasiones, cuando somos personas excesivamente sensibles, nos creamos la famosa coraza para que los sentimientos no nos afecten en exceso, o al menos para que los demás no noten que nos están afectando. Esta coraza se puede mostrar de distintas formas. Un caso muy fácil de observar es en los llamados niños emo (emocionalmente sensibles), muy relacionados con los conocidos niños índigo y cristal. Los niños emo son personas que generalmente desde niños comienzan a construirse su propia coraza ya que perciben demasiadas cosas y tienen un cuarto chakra muy receptivo. Además, se caracterizan por vestir de negro y colores que les oculten del mundo, es un modo de protegerse. Algunos además llevan cadenas y complementos con pinchos para alejar aún más a la humanidad. Son modos de manifestarles al resto que los sentimientos les hacen daño, son llamadas de atención pero a la vez son intentos de ocultarse del mundo. Esta incoherencia entre su interior y su exterior hacen que se generen desequilibrios.
 
En estudios de Kabbalah se relaciona al cuarto chakra con Tifaret. Tifaret trata la ausencia del ego, es de donde emana la energía para poder elevarse hacia Keter, donde se alcanzaría la conexión espiritual. Cuando esta zona está debilitada, todo lo demás se hace más complicado, ya que estamos perdiendo humanidad, estamos olvidando la capacidad de amar y perdonar, y en muchas ocasiones a quien tenemos que empezar a amar y perdonar es a nosotros mismos para poder recordarnos que podemos gestionar nuestra vida desde el amor y no desde la lucha.
 
En relación con nuestra edad, el cuarto chakra estaría relacionado con nuestra vida desde los 21-28 años. Durante estos años, se intenta encontrar la estabilidad emocional, es cuando la mayor parte de nosotros comienza a tener relaciones estables y nos empezamos a plantear expandirnos en todas las direcciones. Comenzando a asentar las bases de lo que será nuestra vida adulta y nuestra madurez, disfrutamos de la vida de una forma más consciente, desde el cuarto chakra que transforma todo lo que en la adolescencia era un hervidero, en disfrute y madurez. Se ve la vida de una forma más pausada y se comienza a conectar con la confianza, con la fe y con los objetivos de nuestra vida, con nuestra misión de alma. Durante los años que el cuarto chakra está más presente, buscamos la motivación por ver el equilibrio en todo.
 
Para equilibrarnos en estos aspectos, a veces podemos utilizar herramientas como los Mudras, que además también surgen a través de las manos, de nuestro cuarto chakra. La palabra Mudra significa gesto, se trata de una posición mística de las manos. Este posicionamiento de nuestras manos y nuestros dedos representan de forma plástica algunos estados o procesos de conciencia. Los Mudras estimulan algunos ámbitos de nuestro cerebro o de nuestra alma, influyéndolos.
 
Cuando conseguimos conectar con la más pura compasión y con el perdón se produce la transmutación tanto en nosotros como los demás. Podemos observar, cómo muchos animales tienen una capacidad de percibir mucho más grande que los humanos y además también tienen una capacidad mayor de transmutar.
 
Nuestras mascotas tienen como parte de su misión evolutiva ayudarnos con esas energías perjudiciales para nosotros, son los maestros del amor incondicional.
 
Otra de las características del cuarto chakra es la compasión es la pasión compartida, comprender lo que les mueve a los demás, despertar nuestra empatía más profunda y mirar las situaciones con distancia, separándonos de nuestro ego para poder conectar con el corazón y desde ahí ver las cosas de otro modo, comprender que todos somos iguales y formamos parte de lo mismo aunque nuestra gestión de las cosas sea distinta, ya que también son distintos los aprendizajes que venimos a tener.
 
Es importante que no confundamos la compasión con la lástima, ya que tener lástima de alguien es restarle fuerza, es presuponer que no es capaz de salir de la situación que nos apena. Es fundamental encontrar ese respeto al ritmo y aprendizajes de los demás.
 
En cuanto a enfermedades o patologías, se destaca que este centro energético está relacionado con el sistema circulatorio. Todos los problemas cardíacos estarían relacionados con este chakra.
 
Texto extraído del libro:

Chakras, el camino del equilibrio
Almudena Martín e Irene Martín




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