miércoles, 5 de diciembre de 2012

MANIPURA "EL PLEXO SOLAR"

"Asume tu poder personal"

 
 
Manipura es el nombre que los hinduistas le dieron al tercer centro energético de nuestro cuerpo. Su traducción literal del sánscrito seria ciudad de joyas, lo que pone de manifiesto la importancia que para ellos tenía este regulador energético.

El símbolo de Manipura es un loto de diez pétalos, que posee en su interior un triángulo invertido, lo que pone de manifiesto el sentido descendiente de la energía. Cada uno de los lotos simboliza un aspecto se Shiva, que es la deidad con la que está relacionada este chakra. también se asocian los diez pétalos con los diez pranas, y algunos autores asocian este diez con la unidad, la unificación de todos nuestros aspectos de personalidad, para dar el paso de nuestra parte inferior a la superior. Estos pétalos se representan en color azul porque la azulada es la parte más luminosa del fuego y rodeado por tres cruces esvásticas en forma de T, símbolo hindú del fuego.

El plexo solar es el mayor sensor energético de nuestro cuerpo, el que recibe toda la información energética y los impactos emocionales que nos llegan del exterior. Todos hemos experimentado la sensación de entrar en un ascensor y antes de saber si las personas que se encontraban en él tenían buen o mal humor, experimentar una sensación de bola en el estómago, que nos indicaba que algo de lo que ocurría en ese lugar tenía una información a la que nosotros debíamos estar atentos.

A nivel físico está muy relacionado con el aparato digestivo, que es la parte de nuestro cuerpo más relacionada con la gestión emocional. Al igual que desde el punto de vista biológico el sistema digestivo se encarga de nuestra nutrición, el tercer chakra, está relacionado con la parte invisible de la cual también nos estamos nutriendo, emociones, pensamientos, vibraciones, etc..

Cada uno de nosotros somos un resonador, estamos conectados con todo cuanto existe por lazos invisibles de los que nos va llegando información, pero de cómo se encuentre nuestro tercer chakra dependerá, la manera en que cada uno de nosotros gestionemos esa información, pudiendo utilizarla en nuestro favor o en nuestra contra.

La energía del tercer chakra está muy relacionada con la energía mental, porque del tipo de pensamientos que tengamos dependerá en gran medida el equilibrio o desequilibrio de este centro.

La gestión emocional es muy importante para el equilibrio de todo el sistema, y el principal trabajo a realizar es afrontarlas sin temerlas, muchas de nuestras emociones tienen muy mala prensa, pero debemos entender que esta carga se la damos nosotros con nuestro sistema de creencias, que en realidad toda energía es neutra, es potencial que nos está dando una información sobre cómo nos estamos manejando en la vida, y por tanto en cada una de ellas tenemos la llave del cambio.

El tercer chakra está muy relacionado con el elemento fuego cuyo principal potencial es la transformación, y es la puerta que nos conduce al autodominio, a asumir el verdadero poder "Reconozco lo que me llega de los demás, reconozco lo que mueve en mí y elijo que hacer con ello: soltarlo, elevarlo o reternerlo".

No huyo, pues al huir le doy el poder al miedo, no me dejo arrastrar por las emociones propias ni ajenas, porque eso otorgaría el poder a lo que me está impactando emocionalmente para controlar mi vida, ni tampoco las reprimo porque al hacerlo las estaría negando y la falta de reconocimiento provocaría nuevas situaciones similares, que me diesen la oportunidad de reconocer la emoción ignorada.

La clave del tercer chakra se encuentra en asumir, y desde ese reconocimiento de mi propia emocionalidad, elegir qué hacer con ello.

El cambio es una de las claves de nuestro tercer chakra, es como una bisagra y según se encuentre de abierto o cerrado, puede ayudarnos a fluir con los cambios y adaptarnos a ellos con flexibilidad o mantenernos en la rigidez y vivir la vida como si se tratase de una hacha.

Otra de las claves del tercer chakra es el ritmo, que es la ley universal con la que se encuentra relacionado, cuando el tercer chakra está ajustado con el ritmo del universo, parece que en nuestra vida siempre llegamos en el momento adecuado al lugar perfecto, cuando el universo y nuestro tercer chakra tienen ritmos diferentes, tenderemos a precipitarnos o a frenar la energía, por lo que estaremos en disonancia con o que ocurre en el exterior, dando lugar a un desgaste de energía innecesario.

Todos estos factores están muy relacionados con otra palabra fundamental para este centro energético: la confianza. Cuando nosotros expandimos nuestra consciencia y nos damos cuenta de que formamos parte de un engranaje mucho más grande, pueden producirse dos reacciones, una la de rendirse, confiar en nuestra sabiduría interna y permitir que las cosas ocurran, sin intentar que nuestro ego interfiera demasiado.

La otra reacción es el miedo, cuando nuestro ego se resiste a esa rendición, que consiste en convertirse en un vehículo de expresión de nuestra parte más sabía, conecta con el miedo a desaparecer y se empeña en mantener el control, limitándose a lo conocido y poniendo demasiado de sí mismo en controlar situaciones que en su mayoría son incontrolables.

Pero profundicemos un poco en nuestro concepto de ego, denostado a veces en la nueva era por asociarse con el egoísmo. El ego es una energía necesaria para nuestra manifestación en el plano material, relacionada con nuestra personalidad. Es el personaje que cada uno interpreta para que la inmensidad del alma pueda encontrar un vehículo de manifestación aquí en la Tierra.
 
Cuando ese ego es consciente de sus limitaciones y de su papel de ser una mera forma para la expresión de algo mucho más grande, nuestro tercer chakra conecta con una confianza que se traduce en nobleza, seguridad en uno mismo y fluidez. Cuando por el contrario se olvida de que es un vehículo y se desconecta de ese algo mucho mayor, comienza a identificarse tanto con el personaje, que toda la vida empieza a convertirse en algo personal, lo que deriva en un mal uso del poder con uno mismo y en las relaciones con los demás.
 
El tercer chakra se encuentra en el centro de nuestro cuerpo y de cómo se encuentre depende si nuestra energía más espiritual puede bajar a los chakras inferiores y si la fuerza de la Tierra, pueda llegar a todo el sistema.
 
Cuando la energía fluye bien en este chakra, no retenemos la información negativa, la procesamos obteniendo el aprendizaje y la dejamos ir, pero en los casos en los que entra más información del exterior de la que podemos procesar, si el ritmo al que soltamos no es el mismo, podemos bloquear el sistema dejando de soltar y empezando a retener lo que no nos conviene.
 
Fluyendo no retenemos ninguna información, permitimos que pase, convirtiendo a nuestro tercer chakra en el detector de información que es, pero en muchas ocasiones nuestro propio miedo, sumado a numerosos factores, educacionales y socioculturales nos hace tratar de retener, que es lo que genera los famosos apegos tan propios del tercer chakra.
 
Cuando somos felices tenemos miedo de que esto se termine,  y como no terminamos de ser conscientes de la ley de la atracción, no confiamos en que si estamos en equilibrio, eso que consideramos bueno, continuará llegando a nosotros y si no cosas mejores y al apegarnos, dejamos de soltar y bloqueamos la energía.
 
Lo mismo ocurre con lo que nuestra mente tilda como negativo, si hemos sufrido o algún aspecto de personalidad se ha sentido dañado por alguna influencia externa, nuestra tendencia es a retener ese dolor y a nutrirlo, reviviéndolo una y otra vez en nuestras conversaciones, por lo que caemos en la importancia personal y no soltamos lo que no es bueno para nosotros.
 
Habitar nuestro tercer chakra nos convierte en conductores de nuestro propio canal, escogiendo en qué momentos abrir más, en qué momentos emitir más, como una bisagra que abre y cierra el paso de la energía.
 
Con esta característica de bisagra no es de extrañar que sus zonas reflejas estén muy relacionadas con las articulaciones, codos, que son los que permiten la acción; rodillas que son las que permiten el movimiento, mandíbulas que son las que permiten la nutrición, parte central de la mano la que permite abrir o cerrar, y el arco del pie, que escoge si pisamos el acelerador o el freno.
 
La flexibilidad es la clave de este chakra, del que dependen en gran medida nuestras relaciones sociales, ya que antes que las propias palabras lleguen a pronunciarse, los sensores del tercer chakra ya están funcionando, y un tercer chakra en armonía atraerá conflictos que nos den la oportunidad de reconocer qué emoción no estamos manejando correctamente, para que podamos sanarla. Por ello uno de los grandes trabajos de este chakra, es el de liberarse de la importancia personal.
 
Como antes hemos comentado somos resonadores, por lo tanto la información externa que nos llega de los demás o del entorno sólo está reflejando aspectos de nosotros de los que somos más o menos conscientes.  Los demás somos como espejos, aliados de nuestro cambio que nos permiten ver fuera, lo que no logramos reconocer dentro. Si logramos entender esto, nos daremos cuenta de que nada en la vida es personal, y emplearemos todas estas informaciones que recibimos a través de nuestro plexo como poderosas herramientas para el cambio interno. Si por el contrario, tomamos estas informaciones como algo personal, nos dedicaremos a enfrentarnos al mundo, viendo lo externo como un enemigo y viviendo la vida como una pelea constante contra lo que consideramos injusto o negativo para nosotros.
 
La energía del tercer chakra es predominante entre los 15  y los 21 años, período en el que forjamos nuestra personalidad.
 
El gran reto de nuestro tercer chakra es encarnar al verdadero guerrero, que es aquel capaz de enfrentarse a sí mismo. El fuego templa la espada del guerrero y a través de esa templanza, no viviremos el enfrentamiento desde la lucha, sino desde ponerse enfrente de los temas a resolver. Trabajando en uno mismo todos los aspectos que lo externo le ponen de manifiesto.
 
 
Texto extraído del libro:

Chakras, el camino del equilibrio
Almudena Martín e Irene Martín



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