Meditar temprano por la mañana y en un lugar especialmente diseñado y aislado del ajetreado mundo exterior sin dudas aumenta nuestra capacidad de concentración. La postura, la respiración y los mudras ayudan también a perdernos en nuestro interior, pero de todos modos es difícil ingresar sin preámbulos en el estado meditativo. Para relajar el cuerpo y la mente antes de cada sesión es bueno realizar el siguiente ejercicio, que relaja la mente y el cuerpo y nos prepara para empezar a meditar.
Ejercicio de relajación
- Colocamos una vela (que puede ser aromática o no) a la altura de los ojos, y la encendemos.
- Asumimos la postura del sastre y el mudra de la contemplación.
- Nos concentramos en la llama de la vela, tratando de limpiar la mente y de dirigir toda nuestra atención hacia ella.
- Sin cerrar los ojos ni alejar la vista de la llama, visualizamos que su luz ingresa a nuestro cuerpo con cada inhalación.
- Visualizamos que con cada exhalación dejamos escapar todas las tensiones, físicas y emocionales, de nuestro cuerpo.
- Cerramos los ojos y llevamos la atención a nuestra pierna derecha. Vemos cómo una llama, similar a la de la vela, se enciende allí.
- Hacemos lo mismo con la pierna izquierda, luego con el brazo derecho, luego con el izquierdo y después en el pecho, en la zona de la pelvis y, finalmente, en la cabeza.
- Visualizamos todo nuestro cuerpo, como si nos estuviéramos viendo desde arriba. Vemos cada llama, y observamos cómo de a poco van creciendo hasta cubrirnos por completo con su luz.
- Visualizamos cómo la luz empieza a exceder nuestro cuerpo, como una llama que crece y cubre no sólo nuestro cuerpo físico sino el aire que rodea nuestro cuerpo, hasta formar un halo alrededor nuestro.
- Abrimos los ojos poco a poco y deshacemos el mudra y la postura corporal lentamente, hasta quedarse parados de pie.
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