jueves, 29 de diciembre de 2011

CUERPO ETÉRICO

Junto al cuerpo físico y visible para el clarividente, se encuentra el vehículo etérico, un duplicado exacto de aquel que se ajusta a él como un guante. El cuerpo etérico parece tener una profundidad de entre seis y doce milímetros y desprende un resplandor áurico que se prolonga entre siete y vente centímetros más en un individuo sano.

Su función principal es proporcionar la energía que sirva de combustible para la actividad que cada persona necesita simplemente para estar viva. La conexión que une estos dos vehículos entre sí es tan completa que a menudo son considerados como una sola unidad. De hecho, cuando se trabaja con la oración pueden ser tratados como uno solo, puesto que lo que da vitalidad a la forma física es la continua infusión de energía del cuerpo etérico. Este cuerpo penetra e impregna por completo el cuerpo físico. si estamos sanos, el cuerpo etérico tiene un color rosa vibrante. Si el estado de salud no es normal o nos encontramos en un entorno malsano, aparecen tonos de gris y si el estado de salud es grave, se observan zonas más oscuras, parecidas a manchas que van del marrón oscuro al negro.

Lo que diferencia al cuerpo físico de los otros seis vehículos son sus glándulas y sus órganos vitales. En su lugar, su lugar, el cuerpo etérico contiene siete grandes centros de fuerza vital, o chakras (que quiere decir ruedas en sánscrito).  Estos portentosos chakras reciben la energía procedente de tres fuentes: el Divino Dios - Ser Interior llamado mónada, que es a su vez alimentado por el eterno Espíritu de Dios; el fuego de la kundalini, procedente del Logos planetario y el sol espiritual y físico, en una radiación unificada llamada prana, que en sánscrito significa "respirar". De hecho, la respiración y su conexión con los pulmones, que a su vez revitalizan nuestra sangre, es el principal medio de reponer nuestras reservas de energía.

El buen estado de los chakra, que depende de la presencia de las corrientes del prana apropiadas, ha de ser una de las mayores prioridades para todo el que siga el camino de la vida con buen sentido. Aquí la clave es un planteamiento equilibrado que evite los extremos en nuestro empeño por mantenernos sanos y en forma.

El ejercicio físico, por ejemplo, es importante para mantenerse en buenas condiciones, y hasta cierto punto aumenta nuestro nivel de energía. Pero el cuerpo físico se agota con un esfuerzo excesivo. En lugar de aumentar reservas de energía, la energía misma actúa como un líquido que ahora empieza a escapar a través de de la envoltura etérica, pasando por aberturas parecidas a lesiones producidas por la tensión. Del mismo modo, las emociones fuertes despertadas en el cuerpo astral estimulan el vehículo etérico; y en caso de llegar a ser excesivas o destructivas, alteran el ritmo normal de los chakras etéricos. Es por ello, que hay una pérdida de energía que puede desembocar en enfermedad de no ser corregida. Los pensamientos negativos intensos provocados por miedo o la cólera trastornan especialmente los chakras, perjudicando su funcionamiento y causando una pérdida de nuestros recursos vitales. No es raro que, de no dominarse estos pensamientos, se ponga en riesgo la salud física y mental del individuo; hasta la muerte o a locura son posibles consecuencias.

El cuerpo etérico recibe a través de los chakras su caudal de energía, que luego entra en nuestro cuerpo físico a través del sistema nervioso. En forma de prana, discurre por los canales neurales del cuerpo, haciendo posible que este complejo sistema no solo sea el transmisor de todos los estímulos externos, sino también la fuerza motriz que activa nuestros músculos y otros mecanismos de respuesta.

Puede que nos sintamos sorprendidos al cobrar conciencia de una deuda extraordinaria que tenemos con los devas de la naturaleza, los seres que la sirven con tanta devoción. Cuando se estaban creando nuestros cuerpos físicos, estos seres contribuyeron a la formación del sistema nervioso humano. Cualquier deterioro de esta parte de nuestra anatomía les atañe a ellos. Por ello, la naturaleza es un marco ideal para quienquiera que sufra trastornos del sistema nervioso.

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