
- Asumimos cualquiera de las posturas corporales recomendadas. Y colocamos las manos con el mudra de la compasión.
- Cerramos los ojos y nos fijamos en nuestra respiración normal: seguimos su ritmo, nos volvemos conscientes de sus pausas. No la aceleramos ni la hacemos más lenta: simplemente la observamos.
- Vamos prolongando las pausas entre cada inhalación y exhalación, hasta que logramos un ritmo de respiración muy relajado.
- Con los ojos cerrados, imaginamos nuestro cuerpo recostado en el suelo.
- Inhalamos, y el aire que ingresa por la nariz lo visualizamos como luz. Vemos cómo viaja por la nariz, luego por la laringe y cómo ingresa a los pulmones y los va llenando de luz. Exhalamos.
- Inhalamos, y ahora vemos cómo la luz llega a los pulmones y desde allí se expande hasta cubrir todo nuestro pecho. Exhalamos.
- Inhalamos, y vemos cómo la luz viaja hasta la zona de la pelvis, y la cubre totalmente. Exhalamos.
- Inhalamos, y vemos cómo la luz viaja por nuestra pierna derecha, hasta las puntas de los dedos. Exhalamos.
- Inhalamos, y vemos cómo la luz viaja ahora por nuestra pierna izquierda. Exhalamos.
- Inhalamos, y vemos cómo la luz viaja por nuestro brazo derecho, hasta las puntas de los dedos. Exhalamos.
- lnhalamos, y vemos cómo la luz viaja ahora por nuestro brazo izquierdo. Exhalamos.
- Inhalamos, y vemos cómo la luz viaja por el cuello y hasta la cabeza. Cuando la cubre totalmente de luz, sale al exterior por la parte superior. Exhalamos.
- Realizamos 10 ciclos respiratorios, sintiendo cómo la luz, cómo la energía que ingresa, recorre nuestro cuerpo entero y sale hacia el exterior.
- Dejamos de visualizar y volvemos a concentrarnos en nuestra respiración, lentamente regresándola a su ritmo normal.
- Abrimos los ojos poco a poco, y llevamos nuestra atención de la respiración al ambiente que nos rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario