lunes, 26 de septiembre de 2011

MENTE RACIONAL, LA LÓGICA Y LO CONSCIENTE

La mente racional

La razón es, básicamente, la facultad que tiene el ser humano para juzgar, analizar, y reflexionar sobre la información que recibe por medio de los sentidos. Se trata de una capacidad intelectual, de la habilidad del hombre de pensar en forma lógica, de acuerdo a deducciones. En síntesis, la razón nos permite predecir los efectos de nuestras decisiones y acciones basándonos en la experiencia previa y los datos con los que contamos, pero deja fuera de toda consideración las emociones, los sentimientos, y todo lo que no es consciente.

Justamente, dos de los elementos que permiten el pensamiento racional son la lógica y lo consciente.

La lógica

Se refiere a la capacidad que tenemos de hacer deducciones a partir de premisas dadas. Un ejemplo de pensamiento lógico sería: si el calor quema, y si la sartén está caliente, pues entonces la sartén quema. Éste es un ejemplo muy elemental, pero demuestra la esencia de la lógica: llegar a conclusiones analizando y reflexionando sobre cierta información dada.

La forma de pensamiento lógica es, entonces, la base de la razón, es el método por el cual tomamos decisiones y llegamos a conclusiones.


Lo consciente


La información que la razón analiza proviene del ámbito consciente de nuestra mente. Si lo inconsciente es todo aquello que influencia nuestra conducta y pensamiento pero en forma inadvertida, lo consciente es todo aquello que reconocemos y sabemos propio.

Sigmund Freud relacionaba lo consciente con el "Yo", una de las tres instancias psíquicas del hombre. El Yo es todo lo que la persona es, su realidad, su forma de ser, de pensar, sus opiniones, sus ideas, sus sentimientos y emociones. No es lo que queremos ser, es todo lo que sabemos y asumimos que somos en este momento presente.

De todos los datos que ingresan a nuestra mente por medio de los sentidos, sólo algunos son analizados por el hemisferio izquierdo, y son aquellos en los que pensamos. Por ejemplo, si entramos a una habitación y sentimos frío, el estímulo exterior que recibió nuestro cuerpo (el frío) es consciente. Si hay también aroma a rosas pero no lo sentimos, ese estímulo es inconsciente.

Los dos pesan a la hora de tomar decisiones: los datos inconscientes formando la intuición, y los conscientes constituyendo el pensamiento racional.


A lo largo de la historia de la humanidad, la razón ha sido considerada como la única forma de pensamiento científico. La intuición era una fantasía, un sueño, un sentimiento infundado y tonto, que no tenía nada que ver con la realidad. Se pensaba que la única forma de acceder a la Verdad era a través de la lógica y la razón, y se descartaba toda otra forma de conocimiento.



Sigmund Freud fue quien más ayudó a reducir la confianza en la razón. En sus escritos, demuestra que lo inconsciente es tan real como lo consciente, que los recuerdos reprimidos, las intuiciones y las emociones son tan verdaderas como los hechos tangibles.

Los artistas y filósofos, desde fines del siglo XIX, se han pronunciado en contra de la razón. Esta reacción extrema se debe a que por siglos y siglos, el pensamiento racional era lo único en que el hombre confiaba.

Desde los antiguos griegos hasta el siglo XVII, la mente racional era la única apreciada por los filósofos. Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C), un importante político y pensador romano, dijo en una ocasión: "los sabios son guiados por la razón, la gente común por la experiencia, los estúpidos por la necesidad y los brutos por el instinto". Como si la vida no fuera más que deducir y pensar; como si los sentimientos, las emociones, el amor, el dolor, la pena, la alegría, los recuerdos y la intuición no fueran parte de la vida. O tan sólo una parte poco importante de ella.

El filósofo Rene Descartes (1596-1650) y sus escritos son el mejor ejemplo de este desprecio por todo lo que no sea racional. Descartes afirmaba que no podía confiarse en los sentidos; después de todo, las ilusiones ópticas engañan a los ojos, el tacto puede confundir una textura con otra, y el oído no alcanza a percibir todos los sonidos que se producen en un ambiente. Afirmaba, entonces, que sólo en la razón se puede confiar.

Descartes fue el autor de la célebre frase "pienso, luego existo" (en latín: cogito ergo sum), con la que quiso decir que no podía confiar en sus sentidos, y que solamente la razón servía para conocer la Verdad.

Pero para alcanzar la Verdad no hay que despreciar a la intuición. Ni tampoco a la razón.
La razón tiene un límite, por supuesto: existe toda una gama de conocimientos que jamás habrían visto la luz si los pensadores, científicos y filósofos se concentraran únicamente en la razón. Pero la intuición y la sensibilidad desbocadas no llegan a buen puerto sin el cable a tierra que es el pensamiento racional.

Afirmar que sólo la razón nos llevará hacia a la Iluminación es necio; también lo es apoyarse únicamente en la intuición.

Ir por la vida siguiendo los dictados de nuestros impulsos sin preocuparnos por las consecuencias sería irresponsable e infructuoso. La crítica a la racionalidad y al pensamiento lógico se debe en gran medida a que estos dos gobernaron la vida en Occidente por siglos y siglos, subvalorando mucho la intuición.

Pero la razón nos ayuda a reflexionar, a pesar los pros y los contras de toda decisión, a relativizar nuestros sentimientos. Hay que evitar poner a la razón por sobre todo, pero también es importante no desacreditarla completamente.

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